articulo aparecido en el correo español

14 noviembre 2006

Muere el bilbaíno Eduardo Apodaca, una voz singular de la poesía urbana

Su obra está recogida en dos volúmenes, publicados en 1991 y 2004

FÉLIX MARAÑA/BILBAO

El escritor bilbaíno Eduardo Apodaca, una de las voces más singulares de la poesía urbana del último cuarto de siglo, falleció el pasado sábado en la capital vizcaína, víctima de una insuficiencia cardiorrespiratoria. Al parecer, la muerte le sobrevino el pasado sábado, cuando se encontraba descansando a la hora de la siesta en su domicilio. Una amiga avisó el domingo a la autoridad, ante el hecho de que el escritor no hubiera acudido a una cita del día anterior. Eduardo José Apodaca Urquijo (Bilbao, 1952) es autor de una obra poética de perfiles singulares, que está recogida en dos volúmenes, 'Introducción a la tierra' (San Sebastián, 1991) y 'Sus ojos diminutos' (San Sebastián, 2004).

Colaboró en diversas publicaciones poéticas vascas, como 'Kurpil', y 'Kantil', en San Sebastián, en donde aparecieron sus primeros poemas, así como en 'Zurgai', de Bilbao. Su discreción le hizo ser en público casi como un poeta invisible para la realidad, pero consecuente hasta el límite, que no tuvo nunca especial obsesión por publicar o comparecer en sociedad.

Aunque había publicado con anterioridad un libro de poemas en edición marginal, la primera aparición de su poesía tuvo lugar en 1991, en el volumen bilingüe 'Introducción a la Tierra'/ 'Lurrerako atari gisa', que reúne sus poemas escritos entre 1968 y 1988. Apodaca, que había estudiado Filosofía en la Universidad de Deusto, y se sentía muy interesado por la poesía anglosajoana -fue también profesor de inglés-, ofrece en este volumen, publicado en la colección 'Poesía Vasca hoy', de la Universidad del País Vasco, una poesía depurada, dirigida al interior del mundo, y llena de respiración humanista y aspiración a la libertad.

Cuando se presentó este volumen antológico, que fue traducido al euskera por Luigi Anselmi y lleva una introducción de Iñaki Ezkerra, Eduardo Apodaca declaró que en él se encontraba «toda la obra que admito como mía». En realidad recogía en esencia los libros 'Introducción a la Tierra' y 'El errático',

 

 

articulo aparecido 25/08/2004 en el diario El País

 

ENTREVISTA: EDUARDO APODACA Poeta

"La poesía es un rescate de algo que está perdido"

JOSÉ LUIS MERINO - Bilbao - 25/08/2004

 

Eduardo Apodaca (Bilbao, 1952) comenzó en 1978 a publicar poemas en revistas y algún periódico. En 1991, la UPV editó su Introducción a la tierra, que recoge la poesía escrita entre 1968 y 1988. Ahora acaba de publicar Sus ojos diminutos (Bermingham), con poemas redactados de 1992 a 1998.

"Los poetas no queremos huir de la realidad, sino invadir nuevos territorios"

Pregunta. ¿Es Bilbao una ciudad salvaje, alegre, triste e histérica, tal cual la memora?

Respuesta. Es una ciudad salvaje, como todas. Las personas tenemos bastante de salvaje, y probablemente más de otras cosas. Lo que me gusta de Bilbao es que esté rodeada de monte. Y eso nos trae a la mente o a la memoria una visión bastante salvaje. Los montes parece que están ordenados, como en un círculo. Las calles y los montes parece que están interpenetrados.

P. ¿Existe alguna representación simbólica cuando alude al vuelo de vencejos, gorriones, golondrinas y murciélagos?

R. Hasta el 68 las golondrinas venían al centro de Bilbao; ahora no. Cuando las veía entonces comprendía los versos de Bécquer, “con el ala en sus cristales jugando llamarán”.

P. Junta en un poema, liebres, ratones, madrigueras y distancias. ¿Son imágenes proclives al surrealismo?

R. No hay un límite entre qué es real y qué es sureal. Lo creamos o no, estamos conviviendo liebres, homo sapiens, ratones. A las liebres y ratones podemos atribuirles como una magia. Todo es muy real, porque, de hecho, coexistimos.

P. ¿Es un defecto o su principal virtud que la poesía no pueda ser realidad?

R. Me acuerdo de un verso de Borges, que es el final de un poema, donde dice: “Desgraciadamente el mundo es real”. Los poetas no nos conformamos con esto, porque desgraciadamente el mundo es real, pero queremos que no sea. Los poetas no es que queramos huir de la realidad, sino que tratamos de invadir nuevos territorios, que existen en nuestra mente, relacionada con el sentimiento, la imaginación.

P. ¿En sus poemas habita la nostalgia de lo perdido?

 

R. Habita la nostalgia del olvido, y también de lo perdido. Existe la nostalgia del Paraíso, porque podemos crear el Paraíso con nuestra imaginación. Pero también la imaginación puede referirse al pasado, donde vivimos el mundo de otra forma; cuando lo vivimos como inmortales. En la infancia somos inmortales. Incluso hasta los cuarenta años somos inmortales. Sí, podemos morirnos, pero eso es una cosa de estadística. Después de los cuarenta sabemos que lo mismo vivimos que morimos. En realidad, la poesía hace que la nostalgia siempre se refiera a lo perdido. La poesía es un rescate de algo que está perdido.

P. Pone epígrafes de Mallarmé, Clare, Gimferrer, Eliot y Juan Ramón Jiménez. ¿Qué otros poetas prefiere?

R. Me remonto a mi historia personal como lector. Con 15 años tengo acceso a las rimas de Bécquer. Me gusta su sutilidad, su mundo imposible. Es el poeta de lo impalpable. Luego leo a Juan Ramón Jiménez. Descubro con él que en la poesía cabe toda la vida cotidiana y que cualquier cosa es susceptible, si eres buen autor, de transformarse en materia poética y en poesía. Después me gustó mucho Cernuda. Tiene bastante de Juan Ramón Jiménez al principio, el espíritu de Bécquer lo mantiene siempre, y me gustaba de Cernuda que fuera el poeta del deseo, además de un poeta que protesta contra un mundo que nos ha sido dado. Descubro más tarde a los románticos ingleses, especialmente Wordsworth y Keats. Wordsworth sabe trazar poesía con elementos mínimos, y en vez de contar y contar cosas, lo que hace es esencializarlo, reduciéndolo a unos principales momentos emotivos. Keats es el arquetipo del poeta. Es un poeta de la poesía, y esto para mí es muy importante. La poesía la ve como algo autónomo. Si me dijeran que diera el nombre de un poeta, diría John Keats.

P. ¿Lleva mucho tiempo queriendo descifrar la melancolía?

R. No me preocupa. Alguien ha dicho que la tengo, pero yo digo que sólo existe el pasado, ya que el presente, en realidad, no existe, porque vivimos en un fluir. En cuanto pensamos en el presente, se ha ido.

P. ¿Siempre hay que decir más de lo que esconde el rumor de las palabras?

R. Sería ideal hacer un poema sólo con rumor de palabras.

P. ¿La simple ambición de escribir un poema basta para matarlo?

R. Lo que pasa es que escribimos sólo sobre poemas muertos, que cuando los estamos escribiendo ya han acontecido.

P. ¿Sólo se es fecundo al precio de ser rico en antítesis?

R. Creo que sí. Cuando estamos alegres, estamos tristes a la vez. La alegría encierra en sí la tristeza. Cuando somos viejos buscamos la juventud. La vejez encierra en sí la juventud.

P. ¿Se ha contenido para no ser pródigo en metáforas?

R. Prefiero no crear muchas imágenes seguidas. Si son seguidas pueden empalagar. Admiro a Cavafis que hizo una poesía sin imágenes. Es prácticamente caso único. Él lo llevó a cabo y le resultó.

 

 

MIS AMIGOS POETAS

Yo no quiero esos poetas ganadores

que se pierden en el aplauso del dinero,

o en la entresala de un salón

esperando una respuesta para su libro.

 

Yo quiero a los poetas escondidos,

a los poetas libres, libres como el sueño..

 

Y conozco a dos poetas que sueñan,

y su sueño es la poesía.

 

Que abandonaron el mundo de los mortales

para vivir entre las estrofas calladas

y las rimas intrínsecas de la pluma.

 

Yo amo a GOIKO que se sube

en la cima del bolígrafo y cabalga

por las estepas solitarias de las letras

y escudriñando desde lo alto del tapón,

traduce a su lengua milenaria

todos los abatares de la vida

desde su rincón escondido

sin premios ni gratificaciones

escribiendo los versos mas libres de la vida.

 

Yo amo a EDUARDO que se pasea

por el sueño errante de la vida.

Saltando a lomos de su caballo

comiendo peones y matando reyes

y entre enroques y jaques

escribiendo lineas de ensueño,

describiendo el pasado,

como si el hoy fuera.

 

Os amo a los dos porque sois POETAS

porque vivís en el sueño eterno de la poesía.

 

Tengo envidia de vosotros

porque yo he perdido el sueño

he perdido el soñar,

y he llegado a la estación de la realidad,

la realidad mortal

donde la poesía

siempre esta de más.

(de gabirel para Goiko y Eduardo)

eduardo apodaca urquijo esta primavera cuando vuelvan las golondrinas a bilbao y me encuentre contigo, me dirás: gabirel han vuelto las golondrinas a bilbao, y yo, te dire, si eduardo, han venido para hacerte compañia en tus paseos diarios por el bilbao de tu vida, en los paseos diarios de tu imagen, entre el constante revoloteo de la gente.

eduardo decía que bilbao habia dejado de ser un pueblo para convertirse

en una gran urbe y que las golondrinas era su comprobación. Ya que las

golondrinas necesitan del contacto humano para hacer sus nidos y si esto no es posible, no nidifican.

articulo aparecido en el correo español

14 noviembre 2006

DISCRECIÓN. Apodaca tuvo tan poca afición a comparecer en sociedad que llegó a parecer 'invisible'. / BERNARDO CORRAL

Eduardo Apodaca nació en Bilbao en 1952.

Estudió Filosofía en Deusto y fue profesor de inglés.

Publicó dos poemarios, 'Introducción a la Tierra y 'Sus ojos diminutos'.

Colaboró en las revistas 'Kurpil', 'Kantil' y 'Zurgai' y fue incluido en varias antologías.

inicio

 

articulo aparecido en el diario vasco

14 noviembre 2006

Fallece el escritor vasco Eduardo Apodaca

Sus dos poemarios, 'Introducción a la Tierra' y 'Sus ojos diminutos' fueron editados en Donostia

FÉLIX MARAÑA/

SAN SEBASTIÁN. DV. El escritor bilbaíno Eduardo José Apodaca Urquijo, una de las voces más singulares de la poesía urbana del último cuarto de siglo, falleció el pasado sábado en esta ciudad, víctima de una insuficiencia cardiorrespiratoria. La muerte le sobrevino cuando se encontraba descansando a la hora de la siesta en su domicilio, escuchando la radio y leyendo un libro. Eduardo José Apodaca Urquijo (Bilbao, 1952) es autor de una obra poética de perfiles singulares, que está recogida en sendos volúmenes, Introducción a la tierra (San Sebastián, 1991) y Sus ojos diminutos (San Sebastián, 2004).

El poeta había expresado, tan sólo 24 horas antes de morir, su buen estado de ánimo, y la voluntad de seguir escribiendo su obra poética, con la lentitud y exigencia que su personalidad acostumbraba en toda su trayectoria creativa. Apodaca colaboró en diversas publicaciones poéticas vascas, como Kurpil, y Kantil, en San Sebastián, así como en la revista Zurgai, de Bilbao, que editaba el colectivo de Poetas por su Pueblo. En buena medida un poeta invisible para la realidad, pero consecuente hasta el límite, que no tuvo nunca especial obsesión por publicar o comparecer en sociedad.

Aunque había publicado con anterioridad un libro de poemas en edición marginal, la primera aparición de su poesía tuvo lugar en 1991, en el volumen bilingüe Introducción a la Tierra (Lurrerako atari gisa), que reúne sus poemas escritos entre 1968 y 1988. Apodaca, que había estudiado Filosofía en la Universidad de Deusto, se sentía muy interesado por la poesía anglosajona.